
Por: Jorge García Díaz; en las siguientes publicaciones "CucoBucs"
Tipo de escrito: análisis literario desde el punto de vista filosófico.
Una persona no actúa sobre el mundo,
es el mundo el que actúa sobre ella.
B. F. Skinner
B. F. Skinner
Una de las limitaciones de la libertad individual son los condicionamientos: el súper Yo, las manipulaciones ajenas, las emociones sofocantes y las ataduras de una filosofía pesimista; sin embargo, dichas limitaciones no se pueden excluir del interior y exterior del ser: la libertad no es absoluta. Los hombres toman primicia y conciencia de sus actos, y es a partir de Hegel que el hombre escribe su historia y manipula su entorno según sus intereses. El hombre desplaza a lo divino para darle lugar a su pensamiento terrenal y apropiarse del otro.
La novela de 1984 de George Orwell es una antiutopía que describe los Estados totalitarios que manipulan su entorno: desde los actos corporales hasta el pensamiento. Existe un partido único que hace propaganda, adoctrina e infunde el miedo con castigos ejemplares. 1984 diría Skinner: “la evolución de una cultura es, en efecto, un tipo de ejercicio gigantesco de auto-control”; es así como se presenta una dominación casi perfecta (se dice porque no lograron contener la conciencia). Lo importante para el Estado no es el pasado (destruye toda evidencia), es el presente y el futuro. Respecto a lo anterior comenta Skinner:
A los viejos tiempos se les llama los “buenos viejos tiempos”, cuando la dignidad innata del hombre y la importancia de los valores espirituales tenían su importancia, y como tal se les reconocía. Tales fragmentos de conducta, ya pasados de moda tienden a ser “desinteresados”, es decir, tienen el carácter de la conducta progresivamente inútil.[1]
Parece que el escritor de la India en su obra recurre a los temas que privilegiaban los existencialistas: la muerte, angustia por la existencia, insistencia y necesidad por la comunicación que en ocasiones es imposible, afirmación de una libertad íntima frente a un Estado opresor o de índole dictatorial. El Estado que presenta Orwell es una crítica al Estado totalitario de Lenin en Rusia, donde era muy difícil decir “yo sé quien soy”. El marxismo descuidó el propósito humano y por ende el creativo para darle primacía al hombre insertado en la economía. Sin embargo, el marxismo como filosofía fue un modelo de interpretación variable puesto que está hecho por el humano, encarnado y temporal, es por ello, que un Estado totalitario tarde o temprano sucumbirá porque con el tiempo se van presentando necesidades ordinarias y extraordinarias. Como diría Ortega y Gasset: el hombre es un mar de dudas porque es humano.
El protagonista de la novela es Winston Smith que trabaja en el Ministerio de la Verdad que se encarga de suprimir la historia de la humanidad, anterior al año de 1984, además que reescribe la Historia inventando héroes. Es de señalar los cuatro ministerios que controlan las vidas: 1. Ministerio del Amor: se ocupa de los castigos; 2. Ministerio de la Paz: se encarga de la guerra; 3. Ministerio de la Abundancia: encargado de la economía y que la gente viva con lo indispensable para sobrevivir; y, 4. Ministerio de la Verdad: dedicado a escribir la nueva Historia para que todo comentario del “Gran Hermano” coincida con la realidad.
¿Quién es el “Gran Hermano”? Es el suplente del político perfecto que se encarga de controlar y vigilar a la sociedad en calidad de Todopoderoso o de Dios, sin embargo, no actúa en contra de la prole porque ésta carece de intelecto, ya que está reducido a la categoría de animal. Es el que se encarga de conducir la conducta humana y a cuartar la libertad en todas sus expresiones; sin embargo, Jean Paul Sastre, representante del existencialismo, tiene una visión de la libertad optimista, donde se puede conseguir de una u otra manera, como la llegaron a tener Winston y Julia; y respecto a lo anterior Sartre nos dice:
El hombre […] vive con los otros hombres. Ello no quiere decir que conozcamos totalmente a los otros. Si los conociéramos con plena claridad se trasformarían en objetos, en cosas o en figuras matemáticas. Los demás se me dan, sin claridad, sin evidencia, como una transcendencia que no soy yo. Es necesario, sin embargo, afirmar la existencia de los demás para precisar mejor el sentido de la libertad.[2]
A pesar de que se niega todo pasado para edificar el presente y que en un futuro éste sea el pasado, Sartre dice que:
La libertad humana se establece por tres razones distintas y complementarias. El hombre es libre, en primer lugar, porque no está determinado por el pasado. Si el pasado ya no es, si el pasado es lo sobrepasado, no puede determinar mi presente. El hombre es libre, en segundo lugar, porque es existente. Con ello […] el hombre no tiene ninguna naturaleza, ninguna esencia predeterminada y que por lo tanto, es un ser que se elige a sí mismo: el hombre es lo que él mismo se hace. El hombre es por fin libre porque Dios no existe.[3]
Lo anterior, trae contrariedades con lo expresando en el libro de 1984, ya que la existencia refirma la libertad; el “Gran Hermano” quiere controlar o quiere ser un ser absoluto donde él mismo existe y a la vez se expresa, Winston es manipulado pero se vuelve consciente de su existencia, entonces los dos se legitiman porque se reconocen como existentes y no como meros objetos; no se puede cuartar la libertad porque ellos mismos no se niegan y están conscientes de su existencia. El hombre está en una constante formación y transformación.
La historia comienza cuando Winston toma conciencia de su vida en el Ministerio y se da cuanta de la farsa del gobierno (Gran Hermano), además de su enamoramiento repentino con una mujer llamada Julia que es rebelde al emprender, juntos, una resistencia a una sociedad que se vigila a sí misma. Ellos se dan cuenta de la herramienta para controlar a la sociedad de manera mecánica, este instrumento es del “doblepensar” que permite lavados de cerebro; el lenguaje, la inventiva, la psicología encaminados al control físico y mental de los individuos; y la educación totalitaria de la juventud; Winston y Julia tratan de derrocar al sistema con lo que más vigilaban: la intimidad y el libre pensamiento. La conciencia del personaje principal al plantearse a sí misma como un problema se encuentra con un ser distinto a ella; no hay conciencia sin objeto, no hay pensamiento, sentimiento o actitud mental alguna que no sea conciencia de algo.
Es de destacar la geografía que inventa Orwell donde divide al mundo en cuatro partes: Eurasia (comprende Europa y el norte de Asia), Eastacia (comprende Asia Central), Oceanía (comprende América, el sur de África y Oceanía) y Territorio en disputa (comprende el norte de África, Medio Oriente y el sur de Asia).
El sistema político presentado está encaminado a alinear al individuo, a hacerlo virtualmente incapaz de pensar por sí mismo. Es una sociedad cerrada sobre sí misma, que se presenta como perfecta. Sólo aislando las influencias externas se podrá realizar el ideal de Ingsoc. El exterior solo puede ser malo. Sólo el “Gran Hermano” y el partido único son capaces de ofrecer lo cosas buenas, necesarias y de gran valor. El territorio donde vive Winston (Oceanía) enfrenta una guerra exterior frente a dos enemigos identificables (un enemigo físico: Eurasia y Eastacia) y, además, enfrenta un enemigo interior que es Goldstein.
Para concluir, la muerte o fin de la vida, que para una persona de un Estado opresor viene siendo lo mejor que le puede pasar, Heidegger dice al respecto que es la última posibilidad del hombre (visión pesimista); y para Sartre es la radical imposibilidad (visión optimista), ya que expresa que la muerte es un hecho puro como el nacimiento, viene a nosotros desde afuera y nos trasforma por fuera.
La novela presenta un estado de teoría conductista cuando describe al sistema en conjunto, es decir, una máquina manipuladora capaz de controlar toda imaginación creadora que se diera en la individualidad de la especia humana, y presenta un estado existencial cuando se refiere a los protagonistas como individuos con conciencia capaces de destruir todo un sistema de enlace perfecto: el ser con/contra el mundo y viceversa.
[1] Skinner, B. F., Mas allá de la libertad y la dignidad, Editorial Fontanella, Barcelona, 1977, p. 262.
[2] Xirau, Ramón, Introducción a la historia de la filosofía, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2004, p. 467.
[3] Idem.
La novela de 1984 de George Orwell es una antiutopía que describe los Estados totalitarios que manipulan su entorno: desde los actos corporales hasta el pensamiento. Existe un partido único que hace propaganda, adoctrina e infunde el miedo con castigos ejemplares. 1984 diría Skinner: “la evolución de una cultura es, en efecto, un tipo de ejercicio gigantesco de auto-control”; es así como se presenta una dominación casi perfecta (se dice porque no lograron contener la conciencia). Lo importante para el Estado no es el pasado (destruye toda evidencia), es el presente y el futuro. Respecto a lo anterior comenta Skinner:
A los viejos tiempos se les llama los “buenos viejos tiempos”, cuando la dignidad innata del hombre y la importancia de los valores espirituales tenían su importancia, y como tal se les reconocía. Tales fragmentos de conducta, ya pasados de moda tienden a ser “desinteresados”, es decir, tienen el carácter de la conducta progresivamente inútil.[1]
Parece que el escritor de la India en su obra recurre a los temas que privilegiaban los existencialistas: la muerte, angustia por la existencia, insistencia y necesidad por la comunicación que en ocasiones es imposible, afirmación de una libertad íntima frente a un Estado opresor o de índole dictatorial. El Estado que presenta Orwell es una crítica al Estado totalitario de Lenin en Rusia, donde era muy difícil decir “yo sé quien soy”. El marxismo descuidó el propósito humano y por ende el creativo para darle primacía al hombre insertado en la economía. Sin embargo, el marxismo como filosofía fue un modelo de interpretación variable puesto que está hecho por el humano, encarnado y temporal, es por ello, que un Estado totalitario tarde o temprano sucumbirá porque con el tiempo se van presentando necesidades ordinarias y extraordinarias. Como diría Ortega y Gasset: el hombre es un mar de dudas porque es humano.
El protagonista de la novela es Winston Smith que trabaja en el Ministerio de la Verdad que se encarga de suprimir la historia de la humanidad, anterior al año de 1984, además que reescribe la Historia inventando héroes. Es de señalar los cuatro ministerios que controlan las vidas: 1. Ministerio del Amor: se ocupa de los castigos; 2. Ministerio de la Paz: se encarga de la guerra; 3. Ministerio de la Abundancia: encargado de la economía y que la gente viva con lo indispensable para sobrevivir; y, 4. Ministerio de la Verdad: dedicado a escribir la nueva Historia para que todo comentario del “Gran Hermano” coincida con la realidad.
¿Quién es el “Gran Hermano”? Es el suplente del político perfecto que se encarga de controlar y vigilar a la sociedad en calidad de Todopoderoso o de Dios, sin embargo, no actúa en contra de la prole porque ésta carece de intelecto, ya que está reducido a la categoría de animal. Es el que se encarga de conducir la conducta humana y a cuartar la libertad en todas sus expresiones; sin embargo, Jean Paul Sastre, representante del existencialismo, tiene una visión de la libertad optimista, donde se puede conseguir de una u otra manera, como la llegaron a tener Winston y Julia; y respecto a lo anterior Sartre nos dice:
El hombre […] vive con los otros hombres. Ello no quiere decir que conozcamos totalmente a los otros. Si los conociéramos con plena claridad se trasformarían en objetos, en cosas o en figuras matemáticas. Los demás se me dan, sin claridad, sin evidencia, como una transcendencia que no soy yo. Es necesario, sin embargo, afirmar la existencia de los demás para precisar mejor el sentido de la libertad.[2]
A pesar de que se niega todo pasado para edificar el presente y que en un futuro éste sea el pasado, Sartre dice que:
La libertad humana se establece por tres razones distintas y complementarias. El hombre es libre, en primer lugar, porque no está determinado por el pasado. Si el pasado ya no es, si el pasado es lo sobrepasado, no puede determinar mi presente. El hombre es libre, en segundo lugar, porque es existente. Con ello […] el hombre no tiene ninguna naturaleza, ninguna esencia predeterminada y que por lo tanto, es un ser que se elige a sí mismo: el hombre es lo que él mismo se hace. El hombre es por fin libre porque Dios no existe.[3]
Lo anterior, trae contrariedades con lo expresando en el libro de 1984, ya que la existencia refirma la libertad; el “Gran Hermano” quiere controlar o quiere ser un ser absoluto donde él mismo existe y a la vez se expresa, Winston es manipulado pero se vuelve consciente de su existencia, entonces los dos se legitiman porque se reconocen como existentes y no como meros objetos; no se puede cuartar la libertad porque ellos mismos no se niegan y están conscientes de su existencia. El hombre está en una constante formación y transformación.
La historia comienza cuando Winston toma conciencia de su vida en el Ministerio y se da cuanta de la farsa del gobierno (Gran Hermano), además de su enamoramiento repentino con una mujer llamada Julia que es rebelde al emprender, juntos, una resistencia a una sociedad que se vigila a sí misma. Ellos se dan cuenta de la herramienta para controlar a la sociedad de manera mecánica, este instrumento es del “doblepensar” que permite lavados de cerebro; el lenguaje, la inventiva, la psicología encaminados al control físico y mental de los individuos; y la educación totalitaria de la juventud; Winston y Julia tratan de derrocar al sistema con lo que más vigilaban: la intimidad y el libre pensamiento. La conciencia del personaje principal al plantearse a sí misma como un problema se encuentra con un ser distinto a ella; no hay conciencia sin objeto, no hay pensamiento, sentimiento o actitud mental alguna que no sea conciencia de algo.
Es de destacar la geografía que inventa Orwell donde divide al mundo en cuatro partes: Eurasia (comprende Europa y el norte de Asia), Eastacia (comprende Asia Central), Oceanía (comprende América, el sur de África y Oceanía) y Territorio en disputa (comprende el norte de África, Medio Oriente y el sur de Asia).
El sistema político presentado está encaminado a alinear al individuo, a hacerlo virtualmente incapaz de pensar por sí mismo. Es una sociedad cerrada sobre sí misma, que se presenta como perfecta. Sólo aislando las influencias externas se podrá realizar el ideal de Ingsoc. El exterior solo puede ser malo. Sólo el “Gran Hermano” y el partido único son capaces de ofrecer lo cosas buenas, necesarias y de gran valor. El territorio donde vive Winston (Oceanía) enfrenta una guerra exterior frente a dos enemigos identificables (un enemigo físico: Eurasia y Eastacia) y, además, enfrenta un enemigo interior que es Goldstein.
Para concluir, la muerte o fin de la vida, que para una persona de un Estado opresor viene siendo lo mejor que le puede pasar, Heidegger dice al respecto que es la última posibilidad del hombre (visión pesimista); y para Sartre es la radical imposibilidad (visión optimista), ya que expresa que la muerte es un hecho puro como el nacimiento, viene a nosotros desde afuera y nos trasforma por fuera.
La novela presenta un estado de teoría conductista cuando describe al sistema en conjunto, es decir, una máquina manipuladora capaz de controlar toda imaginación creadora que se diera en la individualidad de la especia humana, y presenta un estado existencial cuando se refiere a los protagonistas como individuos con conciencia capaces de destruir todo un sistema de enlace perfecto: el ser con/contra el mundo y viceversa.
[1] Skinner, B. F., Mas allá de la libertad y la dignidad, Editorial Fontanella, Barcelona, 1977, p. 262.
[2] Xirau, Ramón, Introducción a la historia de la filosofía, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2004, p. 467.
[3] Idem.